lunes, 17 de agosto de 2020

MARINA ARNAUDO,por el camino del éxito

Ella es actriz, cantante, bailarina, cineasta, viajera. Todo en una persona. Es argentina. ¡Cuánto talento! Vamos a conocerla.


--¿Cómo llegas a trabajar con Cibrián-Mahler? Qué genios.

Conocí a Pepe en el año 2009. Él estaba haciendo gira del musical “Otelo” por Argentina, y previamente iba visitando las provincias haciendo un seminario de comedia musical. Fue un seminario de 4 días donde sabíamos que al finalizar Pepe iba a elegir a 20 personas para incorporarlas al elenco de “Otelo” la noche que estarían en Córdoba. De ese seminario quedamos elegidos 20. Unos cuatro días antes de que el resto del elenco llegara a Córdoba, dos miembros del elenco se adelantaron y nos enseñaron las coreografías principales y los coros. Fueron cuatro días intensos y muy divertidos aprendiendo a un ritmo rápido todas las coreografías y canciones. 

Recuerdo el día que llegaron los vestuarios y nos probamos esos vestidos de época y gala, estábamos súper contentos. Hicimos “Otelo” en la Vieja Usina, y fue la primera vez que firmé un contrato artístico oficialmente. Yo estaba terminando la carrera de cine en la UNC, y además hacía danza, y nunca imaginé que mi primer trabajo iba a ser en el teatro. 

Esa noche luego de la función, Pepe llamó a uno de los integrantes de su elenco diciéndole que estábamos invitados a otro seminario en Buenos Aires. En ese seminario nos encontramos con otros chicos y chicas de otras provincias, y resultaron ser las audiciones para “Las Mil y Una Noches” que se hizo en 2010 en el Teatro El Nacional. Quedamos seleccionados unos nuevos 20. Fue un proceso muy intenso, es una obra muy bailada donde el elenco está mucho en escena cumpliendo diferentes roles. La protagonizaban Claudia Lapacó, Juan Rodó y Georgina Frere. Ahí fue cuando me mudé a Buenos Aires. Después de eso hice también El Ratón Pérez con ellos.


--¿Qué es "Cantando Cuentos"?

“Cantando Cuentos” es un musical infantil escrito y dirigido por Jorge Mazzini con canciones de Maria Elena Walsh, y protagonizado por Fabián Gianola. Fue para las vacaciones de invierno del año 2012, otra experiencia súper linda porque éramos un elenco pequeño de 6 actores, bailarines, cantantes y acróbatas, liderados por Gianola. Todos teníamos un personaje, estábamos todo el tiempo en escena y teníamos nuestro momento como solistas cantando una canción. Yo cantaba “El Brujito de Gulubú”. Fue súper divertido y aprendí mucho de cómo trabaja el humor Fabián Gianola. Él todas las funciones improvisaba, se conectaba con el público que eran todos niños y niñas que son súper espontáneos en sus reacciones, y a mí me divertía mucho que la obra no tuviera una estructura súper fija, sino que de un momento a otro Fabián te podía hacer un chiste, o contestarte algo repentino a lo que tenías que adaptarte y continuar. 

A mí me encanta trabajar el teatro así, desde la improvisación. Por supuesto que los momentos de coreografía, canciones, y movimientos generales estaban pautados y ensayados, como en toda obra; pero él era muy espontáneo con lo que surgía día a día y eso hizo la obra mucho más divertida de hacer. El resto de los chicos son gente que quiero y admiro mucho al día de hoy. Éramos un elenco pequeño y nos llevamos muy bien, fue muy divertida de hacer. 


--Te has preparado y mucho, como debe hacer todo artista. ¿Estudiaste teatro en Londres?

Sí, yo siempre tuve una vocecita que me decía que algún día saldría de viaje a explorar el mundo, o tener alguna experiencia en otro lado. 

Surgió la posibilidad en el 2013 de irme a estudiar Inglés unos 3 meses a Londres. Elegí Londres por varias cosas. Primero, amo cómo hablan y sus producciones de época, me parece que tienen una técnica actoral increíble; y por otro lado me ayudó a decidirme mi sobrina que en ese momento tenía 6 años, y me dijo que me fuera a donde vive Harry Potter. Yo fanática de Harry Potter, dije: ¡Obvio! Yo iba con la idea de hacer este curso de Inglés, conocer la ciudad, ver cómo me sentía, y mientras tanto visitar escuelas de teatro y buscar cursos. Buscaba cursos cortos, porque yo ya había hecho la carrera de cine. Entonces, fui averiguando cursos intensivos de un año. 

En todas las escuelas allá se entra por audiciones. Primero hice un curso intensivo de verano entrenando Shakespeare en una escuela que se llama London Academy of Music and Dramatic Arts. Amé ese curso y fue uno de los momentos más felices. Preparábamos escenas de obras de Shakespeare, entrenábamos canto Isabelino, danza Isabelina, combate escénico, distintas técnicas vocales, corporales, movimiento, teatro físico. Ahí conocí una técnica de teatro físico que me encantó, y es la que sigo practicando al día de hoy. Además, en ese curso tuvimos la posibilidad de ver obras de la Royal Shakespeare Company y del Shakespeare Globe, han sido de las experiencias teatrales que más me volaron la cabeza. Son muy grosos en lo que hacen y están entrenadísimos. 

Luego de esa experiencia, audicioné para dos escuelas que ofrecían cursos intensivos de un año en teatro musical. Buscaba teatro musical porque también soy cantante y bailarina y no quería dejar de entrenar esa parte. Tuve la fortuna de que en la primer escuela que audicioné cometí todos los errores, me preparé mejor para la segunda y terminé siendo admitida en una de las escuelas de drama más renombradas de Londres que es la Royal Central School of Speech and Drama, que depende de la Universidad de Londres. Así que, como en toda facultad, teníamos trabajo final de investigación y todo. Me recibí de un Máster en Teatro Musical. 


--¿Qué podés contarme de tus experiencias como viajera?

Amo viajar. Es una de las pasiones que siempre trato de combinar con mi vocación artística. Me parece que para contar historias hay que conocer el mundo y a las personas, y yo amo conocer diferentes culturas, aprender de sus costumbres, aprender otros idiomas, probar su gastronomía, conocer sus paisajes, y escuchar sus anécdotas. 

Además, me encanta leer historia y me fascina visitar lugares históricos que pertenecieron a antiguas civilizaciones. Siempre que estoy en algún lugar, por ejemplo, me pasó visitando las ruinas romanas en Roma, una antigua ciudad Minoica en Creta, en las ruinas de México, o Grecia, puedo pasarme horas observando pasillos, escaleras, habitaciones e incluso objetos (me pasa mucho en los museos) que en algún momento pertenecieron a alguien. Alguien vivió ahí, alguien caminó por esos pasillos, alguien se apoyó en la columna que estoy tocando ahora. Acá se vivieron historias, se escucharon charlas, se vivieron amores. Siempre imagino que la piedra debe tener el recuerdo de esa energía de siglos atrás. Además me encanta sorprenderme y poder ver lo que uno lee en los libros de historia, terminar de comprenderlo estando en el lugar. 

Me pasó estando en Berlín, por ejemplo. Es muy fuerte ver los impactos de la guerra en las paredes de los edificios, y cómo año tras año lo siguen reconstruyendo. Tengo mucho respeto por los lugares históricos y las ruinas de viejas civilizaciones, siempre me hacen pensar y preguntarme: “Acá vivió gente que hoy ya no está, hoy tengo la posibilidad de estar yo, algún día tampoco estaré… ¿qué quiero dejar en el mundo?” 

He tenido la fortuna también de poder conocer y hacer amigos de todas partes del mundo. Para mí una de las cosas más felices y nutritivas es estar en una mesa con gente de Francia, Alemania, Argentina, Taiwán, Suecia, Islandia, Brasil, Japón, y estar todos riéndonos del mismo chiste, entender las bromas y las experiencias. También comprender los diferentes códigos físicos de cada país y aprender a respetarnos. 

En la escuela de Inglés mis compañeros de Corea me saludaban con una respetuosa reverencia de cabeza, y a medida que nos fuimos conociendo les fui transmitiendo el cálido abrazo Argentino, les decía que los estaba “latinizando” ¡y les encantaba! Me acuerdo que me decían: “Me parece muy dulce su forma de saludar”. Otra de las experiencias más enriquecedoras que recuerdo es un grupo que teníamos con una chica musulmana de Dinamarca, un chico judío de Israel, y yo bautizada católica de Argentina. Charlábamos de todo, me enseñaron mucho de su historia y su forma de pensar. Mi amiga de Dinamarca usa velo, y yo estaba fascinada porque nunca había conocido a alguien que use velo. Entonces ella me explicaba todo lo que yo quería saber, y fue muy grato descubrir cómo viniendo de dos culturas tan diferentes sentimos y nos pasan exactamente las mismas cosas como mujeres. Y finalmente, que te queden amigos por todas partes del mundo que te dicen: “Cuando pases por Taiwán tenés las puertas de mi casa abiertas”. Eso es indescriptible. Me llena el alma y es mutuo. He recibido muchos amigos en Argentina. 


--¿Ya habías hecho doblaje con tu voz? 

El doblaje es un área muy apasionante y estoy actualmente conociendo muchos profesionales de la voz, tanto de Argentina como del resto de Latinoamérica, con quienes me estoy formando y de quienes estoy aprendiendo muchísimo. En Londres tuve la oportunidad de grabar mi voz para un videojuego, es un área que me encanta. 

Ahora durante la pandemia aproveché para armar mi home studio (estudio de grabación en casa). Ya he empezado a grabar algunas cositas para audiolibros y recientemente participé de una canción que armamos 70 artistas de 20 países diferentes para La Industria Desde Adentro, una comunidad hermosa de profesionales de la voz. Fue toda grabada de forma remota. Yo desde casa con mi micrófono y el director musical, Marcelo Andino, dirigiéndome desde su casa, escuchándonos sólo por audio, sumado al técnico de sonido encargado de grabar, conectándonos todos mediante una plataforma de grabación virtual. Es una locura lo que se hace hoy con la tecnología, es muy apasionante. El trabajo de la voz tiene miles de facetas y es un mundo que amo descubrir. Doblaje, doblaje musical, locución comercial, narraciones, videojuegos, grabaciones educativas, cada una tiene su estilo. Además, es un mundo donde estoy descubriendo personas súper compañeras, generosas y dispuestas a darte una mano. Me parece mucho más enriquecedor rodearme de personas así.  


--¿Te gusta escribir y dirigir cine?

¡Sí! De hecho, soy egresada de la carrera de cine de la Universidad Nacional de Córdoba. El cine es uno de los formatos que más me apasiona por los mundos que te permite crear. Cuando tenía 12 años me regalaron una cámara Hitachi que filmaba en cassettes 8mm, y durante años filmé de todo con esa cámara. No existía Youtube, y yo editaba todo desde la misma cámara, analógicamente. Ponía a mis amigos a actuar, a mi mamá a filmar, y hacíamos novelas, películas, programas de televisión, publicidades inventadas donde se me escucha hablar con un acento porteño porque claramente copiaba lo que escuchaba en la tele. Quiero compartir en algún momento algo de eso en las redes, ahora que tenemos estas ventanas virtuales disponibles. 

Fui descubriendo intuitivamente lo que eran los diferentes “planos cinematográficos”, nunca nadie me enseñó, fue un aprendizaje muy intuitivo. Para cuando estaba en primer año de la carrera de cine todos esos conceptos teóricos ya los había experimentado en la parte práctica. Luego, cuando volví de Londres, sentí una gran necesidad de empezar a hacer cine, y fue así como surgió "Paraíso", mi primera peli como actriz protagonista y productora. Paraíso surgió de la necesidad de hacer, de agarrar las riendas de mi carrera y no estar esperando a que me llamen. Algo que aprendí mucho de mis colegas actores de Córdoba también. 

Todos mis amigos artistas que viven del teatro son productores de sus propios proyectos. Entonces ahí me di cuenta de una cosa: un artista tiene que estar en movimiento, creando, esa es su columna vertebral. 

De hecho, fue mi querida profe y enorme actriz con la cual entrené varios años en Buenos Aires, Florencia Bergallo, quien me dijo la frase: “No existe quedarte esperando a que te llamen”. Entonces convoqué a Pablo Falá y Rodrigo Zaya, y sentados los tres en una mesa les tiré la propuesta: “Chicos, hagamos una película”. Pablo dirige y Rodri es uno de nuestros directores de foto junto a Ulises Rodríguez Pomba. Luego se sumaron Julián Palacios y Marcos Mossello que son los productores ejecutivos, y de repente se fue armando equipo. Empezamos a escribir el guión y cuando me quise dar cuenta, estábamos encaminando un largometraje. 

En ese momento en el que tomé la decisión de tomar las riendas de mi carrera, una tarde me sonó el teléfono y me convocaron a una audición para el Teatro Colón. Esas cosas que te las cuentan y pensas que no suceden hasta que te pasan. Viajé a Buenos Aires a audicionar para “El Ángel de Fuego” de Sergei Prokofiev, que dirigía la regisseur Florencia Sanguinetti. Lo que pedían era bastante físico y yo venía entrenadísima de haber hecho teatro físico en Londres, entendí enseguida el código, y fue una alegría enorme quedar elegida. 

Los otros días leí por ahí que la suerte es lo que sucede cuando la preparación se encuentra con la oportunidad justa. 

El Colón es otro espacio al que le tengo muchísimo respeto. Amo ese escenario y me pasa casi lo mismo que cuando visito lugares históricos, me parecen lugares sagrados por los que ha pasado tanta gente. 

Y volviendo al cine, Paraíso ha sido un aprendizaje enorme en cada etapa. Nos ha sorprendido gratamente el encuentro con el público en festivales y salas. Aún no puedo anunciarlo oficialmente pero pronto van a haber novedades y van a poder verla online. Estén atentos a las redes. 

Pueden seguir la peli en Instagram y Facebook: @paraisolapelicula


--¿Que va dejando la pandemia en tu vida? Algunos artistas la creatividad les llega más seguido y están creando o ideando todo el tiempo.

Me he sorprendido a mí misma durante este proceso de pandemia, porque pensé que me iba a pegar el bajón, pero todo lo contrario, me vino más energía que nunca y he estado conectándome y aprovechando al máximo toda la gente que está más disponible, en cualquier parte del mundo, conectándonos a través de Zoom, participando de charlas, webinars, clases. También, aparte de mi mundo artístico, empecé a cursar una Diplomatura en Traducción Audiovisual que ya estoy pronta a terminar, que me abrió todo otro campo de posibilidades. Como siempre mi mente geminiana curiosa que no para de aprender. 

Me he amigado más con las redes sociales y estoy animándome de a poquito a mostrar quién soy y qué tengo para decir. Cuando yo me filmaba en casa a los 12 años, hacía una cosa muy parecida a lo que tenemos que hacer ahora los actores, que tenemos que filmarnos o grabarnos desde casa para diferentes proyectos. Son todas cosas que yo ya hacía intuitivamente desde siempre. Todo esto me ha permitido conectarme con esa niña/adolescente que agarraba la cámara y se ponía a jugar y a filmar sin importarle el qué dirán porque era un juego. Me doy cuenta de que me siento muy cómoda en ese lugar, cuando estoy sola me pongo muy creativa y salen muchas ideas, porque no hay presión, no te juzgas. Entonces, me termino encontrando en un lugar donde estoy en mi salsa, donde tengo el espacio para escucharme. Y sobretodo, ir a mi ritmo, sin exigencia, con disfrute.

Me gustaría dejarte con una de las frases más bonitas que me han dicho durante este tiempo: “Un día a la vez. Esta no es una carrera de velocidad, es una carrera de resistencia. Un día a la vez.”


Pueden ver y escuchar el trabajo de Marina Arnaudo en sus redes:

Instagram: @marina.arnaudo

Facebook: @marinaarnaudo.artista

Youtube: https://www.youtube.com/maruarnaudo



Teatro Real

En el Teatro Colón

En Londres

Festival de cine de San Sebastián

Ruinas en Creta

Julio César-Teatro Colón

Desde ya gracias a Marina por contar tan lindas historias de su vida como artista, de sus estudios y viajes. Y de todo lo que ha aprendido para llegar a ser una artista completa.

Leticia Teresa Pontoni.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor no se permite lenguaje obsceno o insultante. Gracias.