LEONARDO FAVIO, destinado a triunfar


Este es mi humilde homenaje a Leonardo Favio. El fue actor, cantautor, director y productor de cine argentino. A pesar de haber sufrido el abandono de su padre de niño y otras tristezas que llegaron a su vida lo esperaba la fama con sus películas y con sus canciones. 

Hoy me visita nuevamente el cantante Orlando Netti, su ahijado artístico y me cuenta sobre el. Disfrutemos de lo que nos dice.


--¿Cómo y cuándo lo conociste a Leonardo?

Mi conocimiento con Leonardo Favio nace a mis cinco años de edad, a través de la relación que mi padre tenía con él, porque fue su representante en los años de esplendor musical de Leonardo, cuando irrumpió con ese disco emblemático que fue “Fuiste mía un verano”, que, hasta el día de hoy, mantiene el récord de ventas de discos en la industria musical, llegando a vender 45.000 placas por día. 

Esa amistad tan estrecha y sólida con mi padre, a medida que yo iba creciendo, se fue trasladando a mí, y a partir de mi adolescencia en adelante, empecé a formar parte de su núcleo íntimo. He compartido infinidad de momentos, situaciones y vivencias junto a él, que han marcado mi vida en varios aspectos, no solo en el artístico, sino también, en lo personal. Favio, siempre fue una figura preponderante en mi vida y creo que, a partir de ese lazo tan entrañable, yo soy cantante. He tenido la suerte, desde niño, de recibir su cariño y predilección; siempre ha sido conmigo muy afectuoso y comunicativo; inclusive, siendo yo aún adolescente, cuando lo acompañaba a distintas actividades, profesionales y personales (shows, presentaciones en televisión, almuerzos, cenas, etc), él siempre me incorporaba y me hacía participar dándome un lugar importante, cosa que para mí era todo un orgullo y un honor. 

Tengo muchas historias a su lado que han quedado marcadas a fuego en mi memoria, como, por ejemplo, el estreno de la película “Juan Moreira”, cuando los films se lanzaban con un gran despliegue, en cines importantes de Buenos Aires, una gran movilización periodística, transformándose en todo un acontecimiento. 

En ese contexto de locura, entre gente que lo aclamaba, periodistas que lo reporteaban y un gran revuelo en la entrada del cine, recuerdo que me vio en el hall del salón, donde estaba junto a mis padres, me llevó a su lado, pegado a su pierna (yo tenía en ese entonces 10 años) y me entró con él al cine para ver la película, que, entre paréntesis, era prohibida para menores de 14 años. Fue algo inolvidable para mí, un recuerdo imborrable. 


--¿Cómo era Leonardo Favio tu padrino artístico?

Se dio naturalmente, porque cuando yo comencé a cantar, no había dicho nada en mi casa que estaba recorriendo las grabadoras probando suerte, y tampoco a él. Cuando CBS (hoy, Sony Music), me propone firmar por cuatro discos, tuve que anunciarlo en mi casa porque yo aún era menor de edad para que mi padre me acompañara a firmar el contrato. Allí, también, se enteró Leonardo y por supuesto, que me apoyó desde el primer momento. Tuve la suerte de irrumpir con una canción llamada “Clásico”, que se transformó en un gran suceso en muchos países de Latinoamérica y a partir de allí, mi camino musical empezó a recorres distintos lugares. En mi segundo disco, tuve el honor de grabar dos canciones inéditas, compuestas por Favio, especialmente para mí, que fueron “La niña Rosa” y “Romántico, tal vez tengas razón”. Es otra demostración de cariño que Leonardo me regaló y que siempre voy a llevar en mi corazón, porque soy el único artista que grabó dos temas inéditos suyos, que él no había cantado previamente. 

Varios años después, hizo una versión de “La niña Rosa” en uno de sus discos en Colombia, pero el tema ya había sido éxito en varios países interpretado por mí, acompañado de un video muy pintoresco que realizamos por ‘Caminito’ en el barrio de La Boca, en Buenos Aires. Así que estos sucesos y otros más, que se fueron instalando entre nosotros como una especie de rituales, hicieron que simbólicamente, se transformara en “padrino artístico”. Una de esas circunstancias a las que me refiero, por ejemplo, era cuando yo terminaba de grabar un nuevo disco, se lo llevaba, en ese momento en un cassette, y, pava de por medio, junto a su mate inseparable, íbamos escuchando tema por tema. Para mí, interiormente, hasta que él no me daba su aprobación, el disco no estaba terminado, y, a lo largo de los años se transformó casi en una costumbre, por eso hablo de “ritual”.  


--Hablame de sus canciones, seguro tenes una o varias preferidas.

Sí, claro… Tengo varias que me gustan mucho de su amplio repertorio, pero una que siempre destaco es “Quiero aprender de memoria”, que es el tema con el cual iniciaba todos sus espectáculos. Más allá de las canciones más populares, que todos conocen y también, me gustan, por supuesto, como “O quizás simplemente le regale una rosa”, “Ding, dong, estas cosas del amor”, “Mi amante niña, mi compañera” o “Ella ya me olvidó, yo la recuerdo ahora”, tiene temas hermosos que quizás no son tan masivos o no han tenido tanta difusión popular, pero que también me conmueven mucho; una de ellas es “Anotaciones para Carola”, que se la escribió a su mujer, la madre de sus hijos Nicolás y María Salomé, por quienes siento un enorme cariño.

Carola era la mejor amiga de mi madre, yo he visto nacer a los chicos, los siento como mis hermanitos y por Carola, siempre tuve un amor incondicional, porque era muy dulce, tierna y afectuosa conmigo; otra canción muy singular, que sale de los temas convencionales es “La Zenaida”, que relata la historia de una abuela que recibe cartas de su nieto que emigró a Miami desde Colombia y tiene una historia fuerte y sentida, que él narra y canta de una forma única.  Ese tema, por ejemplo, es especial porque dura 13 minutos y medio, pero es maravilloso en su relato e interpretación. Después tengo muchas preferidas, pero sería muy largo enumerarlas, aunque podría mencionarte “Llovía como llueve”, “Te quiero como a un niño”, “Si mi guitarra canta como canta”, “Usaría un vestido igual a vos”, “Ni el clavel, ni la rosa”, “A ese obrero judío que elegí como Dios”, “Sos mi religión”, “Hola che”, en fin… muchas.


--Contame de tu disco de 2013 que se llamo "Favio y yo". ¿Fue un tributo?

En realidad, no lo tomo como un tributo, ni un homenaje; me gusta decir que es mi reconocimiento público del cariño entrañable que le tuve y le tengo, en forma de disco, que pude regalárselo en vida, un año antes que partiera físicamente, y que después se transformó en un espectáculo que realicé durante tres años, donde cuento mi historia con él, cantando sus canciones, por supuesto, pero mostrando en pantalla muchas imágenes de mi vida junto a él, contando algunas anécdotas compartidas a lo largo del tiempo y también, repasando segmentos de toda su filmografía. 

Es un disco que siempre tuve ganas de grabar por todo lo que significa Favio para mí; no lo hice pensando en lo artístico, sino en lo personal, en todo lo que simboliza Leonardo en mi vida y por eso, fue una enorme satisfacción poder regalárselo, que lo escuchara y me diera una devolución tan tierna y cariñosa, que atesoro en mi interior como algo muy valioso y emotivo.


--Ahora nos venimos por un rato al año 2022. Pudiste sacar tu nuevo disco "Volver a sentir". Después de la pandemia, que aún no terminó. Seguramente estaba allí esperando para salir. ¿Qué canciones cantas allí?

Grabar un disco nuevo siempre es un desafío y, también, una emoción. El trabajo previo de la elección del repertorio, ir moldeando el estilo, definir los arreglos musicales, elaborar la producción, buscar la mejor interpretación, todo es fascinante y, a la vez, mágico. Como bien decís, el disco lo hicimos en plena pandemia y fuimos superando etapas por los distintos acontecimientos de salud que tuvimos todos los que participamos. Casi todos nos enfermamos de COVID, casi todos hemos perdido seres queridos y casi todos padecimos la incertidumbre que nos produjo esta situación de dos años de duración. 

Grabamos temas muy renombrados como “Adoro” y “Mía”, de Armando Manzanero, “Emociones” y “Propuesta”, de Roberto Carlos y Erasmo Carlos, “Trigal” y “Atmósfera pesada”, de Sandro, Oscar Anderle y Armil, “El rey azul”, de Aldo Donati y Emmanuel, “De repente”, de Aldemaro Romero, “Che bella idea”, de Fred Bongusto (interpretada en italiano), la emblemática y simbólica “La Bamba” y dos versiones especiales de canciones muy representativas de mi repertorio personal como “Clásico”, de Adrian Gurvitz y Doris Band, y “Recién te conozco y te quiero”, de Carlos Nilson y Mario Ferré.

Los arreglos y la dirección musical están a cargo de Pablo Marino, que realiza un destacado, distinguido y talentoso trabajo junto a la producción artística y ejecutiva de Matías Mc Cluskey, experimentado hombre del medio, que ha trabajado con figuras como Luis Miguel, Vicky Carr, Mijares y Sin Banderas, entre otros, además de ser mi amigo, un hermano de vida, socio y representante. Es un disco que reúne un cúmulo de sentimientos para mí, porque, además de incursionar en ritmos interesantes y cautivadores, me da la posibilidad de mostrar un rol diferente como intérprete, ya que le hemos dado a las canciones un estilo ‘jazzeado’ y hasta me he dado el gusto de cantar en italiano y grabar un rock and roll.


--Volvemos al homenaje a Leonardo en mi blog. Se lo considera uno de los directores de cine, un director de culto. Sus películas "Crónica de un niño solo" y "El romance del Aniceto y la Francisca" son consideradas las mejores películas del cine argentino. ¿Qué podes decirme de el como cineasta?

Como bien mencionás, es un director de culto, un creador irrepetible, alguien con una sensibilidad muy especial; autodidacta, intuitivo y sumamente obsesivo en su trabajo. Su obra cinematográfica es maravillosa y todas sus películas, además de ser obras de arte fílmicas, tienen nuestro ADN argentino. Su trilogía en blanco y negro, las dos que remarcaste: “Crónica de un niño solo”, “El romance del Aniceto y la Francisca” y “El Dependiente” son dignas de análisis para los apasionados. En las Universidades de cine se estudian sus films con gran admiración, sus encuadres, sus silencios, sus ‘travellings’; todo en él es atrapante. 

Yo lo he visto filmar muchas veces y era impactante cómo lo hacía, cómo marcaba a sus actores, cómo trataba a los extras, cómo se concentraba para las escenas, para las puestas, para los planos… antes no se filmaba con sonido directo y muchas veces, se ponía debajo del actor y le iba diciendo el texto de la manera que él quería para que tuviera las pausas y las intenciones qué había pensado. 

Tengo muchos recuerdos de sus filmaciones; mi padre produjo junto a él “Nazareno Cruz y el lobo”, fueron socios, y hasta nuestros días, es la película que más espectadores tuvo en la historia cinematográfica argentina, tres millones, setecientos mil espectadores en 1975, casi cuatro millones de personas la vieron cuando la población era de 25 millones. “Juan Moreira”, se filmaba en la localidad de Lobos, y tengo muy presente el frío que hacía a la noche, yo iba con mi viejo y nos quedábamos con él largas noches; a mí me encantaba verlo filmar, en realidad, me gustaba todo lo que significaba esa magia que rodea a las filmaciones. Ha llegado a esperar el amanecer con todo el equipo técnico despierto durante la noche para filmar el cielo cuando recién empezaba a nacer el día, y a lo mejor, esa toma en el film, duraba 50 segundos. 

Me acuerdo cuando hizo “Gatica, el Mono”, cómo manejaba al público que hacía de espectadores en las peleas, cómo abordó la muerte de Gatica en una calle de Avellaneda con un seguimiento larguísimo de cámara, cuando recreó el bombardeo de los militares en Plaza de Mayo, toda esa mística que él creaba cuando filmaba, los años que estuvo para terminar “Perón, Sinfonía del Sentimiento”, creo que la editó 127 veces… ja, ja, ja… 

Las historias que hay de la filmación de “Soñar… Soñar”, con Carlos Monzón y Gian Franco Pagliaro como protagonistas, cómo recreó los paisajes y lugares de “Aniceto”, una versión en ballet de la historia de “El romance del Aniceto y la Francisca”, dentro del marco de una escenografía gigante, en un galpón… Uff, tengo para contarte un sinfín de anécdotas sobre su filmografía, pero no quiero desbordarme, porque no termino más…


--Te digo nuevamente gracias. Y para conocerlo un poco más a Leonardo contame una o varias anécdotas que hayas vivido con el. 

Date una idea que, desde mis cinco años, tengo una infinidad de vivencias junto a él, muchos de mis amigos me insisten hace años para que me ponga a escribir un libro sobre mi vida junto a Favio, y quizás, en algún momento me decida a hacerlo, pero, a veces, las obligaciones, mi profesión y el trabajo no me dejan espacio. Yo también soy bastante obsesivo y detallista y creo que para escribir algo interesante, hace falta tiempo y tranquilidad, así que cuando encuentre las dos cosas, a lo mejor, lo hago. 

Pero volviendo a tu inquietud sobre alguna vivencia con él, entre cientos compartidas, me acuerdo de una que fue muy impresionante y espectacular a la vez. Ya con el Proceso Militar en el poder, Leonardo estaba prohibido por su identificación peronista, pero un empresario lo contrató para presentarse en los Carnavales que se realizaban en el Predio de La Rural de Palermo en Buenos Aires. Fue un éxito descomunal porque asistieron 40.000 personas al recital. El hecho es que estábamos Leonardo, Carola, su mujer, y yo, que tenía 14 años esperando en su oficina de Salguero y French, frente a la plaza Las Heras, para que nos pasara a buscar un auto que nos llevaría al show. 

Subimos al coche, Carola y yo, atrás y Leonardo al lado del chofer; cuando nos estábamos acercando al lugar, veíamos que había bastante movimiento de gente, automóviles, policías, más gente… claro, en ese momento, no sabíamos que había semejante multitud esperando por él y a medida que nos íbamos acercando al portón de ingreso, cada vez iba aumentando más el caudal de personas. Cuando llegamos a la entrada, tuvimos que parar hasta que nos abrieran; en ese momento, no había vidrios polarizados y cuando la gente empezó a descubrir que Leonardo estaba adentro del auto, se empezaron a amontonar, queriéndolo ver, golpeando el coche, los vidrios, un caos… el muchacho que manejaba no podía avanzar, la gente enloquecida por Favio, el coche empezó a balancearse, para un lado y para el otro, gritos, las mujeres querían tocarlo, el auto se movía cada vez más y en un momento determinado, lo pusieron casi de costado y no nos dimos vuelta de casualidad. Una desesperación total hasta que los de seguridad lograron abrir camino y pudimos entrar a La Rural. Fue una situación muy tensa y enloquecedora porque cuando las masas se descontrolan, es muy difícil de dominar y puede pasar cualquier cosa. Para mí fue una mezcla de conmoción y sorpresa porque fue la primera vez que vi lo que puede generar un ídolo popular en sus seguidores. Ese recital fue inolvidable porque prohibido y todo, explotó La Rural para verlo cantar. Como ya te comenté, podría estar contándote anécdotas junto a él largas horas, pero creo que ya hablé demasiado y te voy a ocupar mucho espacio en el blog… ja ja ja…

Gracias Orlando por tu testimonio.

Gracias a vos, Leticia, por recordarlo, por brindarle esta especie de tributo a su figura, porque, más allá del afecto y la relación casi familiar que he tenido con él y su familia, Leonardo, para mí, ya es un ícono de nuestra cultura nacional, que quedará en la historia como uno de nuestros artistas más representativos, y gracias, nuevamente, por hacerme revivir un montón de momentos que forman parte de mi vida y de mi cariño más querido. 















Nuevamente llegó de visita a mi blog  Orlando, un amigo ya, pero esta vez para contarnos acerca de un hombre con un gran talento y amor por lo que hacía.

Leticia Teresa Pontoni.

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